Web dedicada a la recopilación de documentos de autores enguerinos, o de otros que han escrito sobre nuestro pueblo, contribuyendo a la formación de la cultura escrita autóctona de Enguera.

27 de febrero de 2011

La Vall (I).

"La Vall" es como los enguerinos llamamos al valle en el que se asienta la Villa y se localizan las tierras más fértiles del término municipal.

Hace unos años padecí un episodio coronario, fruto del cual anticipé mi regreso de vivir en el pueblo y acondicioné la caseta que, en un campo de La Higüela, me legaran mis padres.

Como los médicos me prescribieron, dentro de un amplio conjunto de medidas, mantener mi estado físico en forma. Ello me llevó a la práctica diaria de caminar casi dos horas diarias. Como el caminar cada día por la misma ruta me recordaba la imagen de los machos rodando en las eretas con los ojos cubiertos o el asno en la noria, decidí buscarme una excusa para ir cambiando de rutas.

Por lo demás, la vecindad con los grandes pozos morunos existentes en Banacancil, Benamil y Norillas, así como por el subconsciente colectivo de que mi pueblo formaba parte del árido secano del interior valenciano… digo, tomé la decisión de ir conociendo los diferentes pozos, en principio, y fuentes o balsas, posteriormente.

Así pues, fruto de mi enfermedad, del tratamiento médico de la misma, así como del aburrimiento en la monotonía llegué a compilar un extraordinario y desconocido, pienso que no sólo por mí, retazo de la vida de mi pueblo.

Las conclusiones derivadas del trabajo las deben poner ustedes.

Por mi parte, decirles que he llegado a la conclusión siguiente: ¡cómo se agudiza la mente ante la necesidad!

Hoy todos afirmamos que nos encontramos flotando sobre una inmensa laguna o mar de agua. Sí, eso lo afirmamos hoy. Lo significativo, empero, es cómo llegaron a ello nuestros antepasados. El trabajo no quiere ser sino un canto a todos ellos: a cuantos fueron capaces de tomar las herramientas y comenzar a cavar hacia el centro de la tierra.

En efecto, agua hay y la había…

En efecto, agua hay y la había… ¡para los de siempre!, dejamos escrito en referencia a los que mandaban, porque ¿sabíamos o, simplemente, intuíamos que las fincas con sus nacimientos de Lucena, Navalón, Fraga y el Barranco del Huerto, por no poner sino unos pocos ejemplos, fueron propiedades en explotación directa del “señor” de turno? ¿O acaso, no ocurrió lo mismo en las explotaciones con pozos subterráneos como en Toñuna o la Cañá Rufina?

Todo ello sin hacer referencia al agua industrial, cuyos caudales también analizaremos; la Fuente de Marzo, el Canal subterráneo que cruzaba la Villa –aquel que, tras historias tremebundas en noches de invierno junto al fuego, nos impedía conciliar el sueño–, así como el más reciente del Surió, donde con posterioridad se establecería el Matadero…

Aguas que, al menos desde la Reconquista, nos consta ya por escrito su asignación y libre disposición a la Corona que podía enajenarlas o retenerlas, cual han llegado a nuestros días la Albufera de Valencia y el resto de cauces o humedales…

En algún momento también habrá que hacer referencia a la incidencia que sobre nuestros ancestros tuvieron personajes exógenos a nosotros, especialmente sobre los coetáneos de cada uno de ellos y, sobre todo, sobre las generaciones posteriores.

Así, de la influencia de Cavanilles tenemos amplia repercusión en las páginas de don Pedro Sucías, así como en El Enguerino. Fruto de aquellas aportaciones fue la llegada a nuestros campos de los primeros artefactos y mecanización de sistemas de extracción de aguas del subsuelo, como por ejemplo las norias en sus diferentes tipos y modelos.

De la influencia que tuvo el doctor ingeniero don Eugenio de Ondovilla y Sotés sobre el pensamiento de los enguerinos del segundo tercio del siglo XX no pensamos puedan existir serias dudas pues, aunque no disponemos de suficiente material escrito, sí es curiosa la coincidencia temporal entre su estancia en la población, así como el rechazo frontal que hizo a las distintas alternativas de conducción de aguas de manantiales a la población, y la aparición de las primeras perforaciones de nuevos caudales en la época moderna.

El esquema en que descansan tanto los trabajos ya hechos públicos –como los relativos al consumo de agua (4) y el titulado “Benacancil: camino y barranco”– como los que pensamos ir presentando, es el siguiente:


I.- Abrevaderos en la:
I.1. Redonda
I.1.1. El arco de los abrevaderos oficiales
I.1.2. Otros puntos de agua
I.2. Contrarredonda
I.3. Altos

II.- Agricultura de:
II.1. La Vall
II.1.1.Vall
II.1.2. Norias
II.1.3. Primores
II.1.4. Agricultura de subsistencia
II.2. Cañà L´hinojo
II.3. Perforaciones

III.- Industrias
III.1. Bodegas de vino
III.2. Molinos de harinas
III.3. El Curtidor de Santa Teresa
III.4. Hornos de pancocer: tahonas
III.5. Tintorerías
III.6. Almaceras
III.7. Caleras
III.8. Conservas
III.9. Carnicerías
III.10. Lácteas
III.11. Tabaco: puretes

IV.- Consumo humano
IV.1. El pozo de Antanilla
IV.2. Agua para el pueblo
IV.3. Puntos de agua en las vías antiguas.

Como podrá observarse, repasando los restos que nos aún perduran de los antiguos, queda cuando menos un poco fuerte seguir manteniendo aquello de que “no teníamos agua”. Habrá que comenzar a afirmar algo más real como, por ejemplo, “no podíamos disponer de agua” porque unos pocos, que sí disponían, no tenían interés en cambiar la situación.
 
Pepe Cerdá.


22 de febrero de 2011

El telar manual.



"Aún viven muchos hombres y mujeres que iniciaron sus años de trabajo delante de un telar de mano como tejedores. Aunque se alternaba esa actividad con la agricultura ya que la campaña de los telares solo duraba unos cuantos meses. Por eso existía la necesidad de tantos telares, pues en un corto espacio de tiempo había que abastecer el extenso mercado al cual iban destinados los artículos fabricados en Enguera. Y, como queda dicho, el noventa por ciento de los telares se encontraban en las viviendas de los mismos tejedores ...".



José Marín Tortosa



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8 de febrero de 2011

Guía de árboles y plantas significativas del Barranco de La Carrasca.


"El Barranco de la Carrasca es uno de los enclaves ecológicos más importante del término de Enguera.
La situación del barranco, alejado del principal núcleo de población (a 17 kilómetros de Enguera), así como su difícil acceso, la ausencia de incendios recientes y su orientación estratégica, hace que estemos ante un bosque muy poco degradado.
Este barranco tiene la particularidad que está orientado hacia el este, por lo que presenta una ladera orientada hacia el norte en la que la insolación es mínima incluso en el verano y una ladera orientada hacia el sur en la que la insolación es permanente tanto en el verano como en el invierno.
Estas condiciones tan especiales hacen que se generen microclimas totalmente diferentes en ambas laderas. Mientras que en la ladera norte la humedad permanece incluso en las peores etapas de sequía, ya que la evapotraspiración del agua del suelo es mínima. En la ladera sur la escasez de recursos hídricos es evidente, ya que por un lado la fuerte pendiente hace que el agua de lluvia se pierda rápidamente y por otro lado, que la evapotraspiración del suelo sea máxima debido a tantas horas de insolación.
Todo esto hace que a lo largo de todo el barranco nos encontremos con una gran variedad de especies vegetales. Así pues, en la ladera sur encontramos especies bien adaptadas a largos periodos de sequía como son: pinos carrascos, algunas carrascas y pinos rodenos, palmitos, espinos negros, coscojas, esparto, enebros, aliagas, romeros, jara blanca, jara mora……. En la ladera norte las especies que encontramos son las típicas de zonas con bastante humedad, especies arbóreas como son el roble valenciano y algunas higueras; especies arbustíferas como la cornicabra, el madroño, el durillo, el lentisco y el rusco; plantas trepadoras como la zarzaparrilla, la zarzamora, la hiedra, la rubia peregrina y la madreselva; algunas herbáceas como el té de roca, la pebrilla y la zamarrilla; por último, podemos encontrar helechos como el polipodio y la doradilla...".


Santiago Sánchez García.


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