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17 de septiembre de 2011

Norias y Molinos de viento

En este número retomamos el tema de Construcciones Hídricas en el secano enguerino, de Pepe Cerdá. El trabajo, presentado dentro de la serie de pozos, comprende tres apartados: Aparatos de elevación, Norias y Molinos de viento que nos adentran en un planteamiento de nuestra agricultura diferente al que han querido vendernos, así como a las construcciones hidráulicas agrícolas que, hasta la fecha, ha venido publicando el autor.

En efecto, en estos trabajos se hace referencia a aquellas construcciones que, relativamente modernas, pretendieron convertir el agua del pozo, junto con la balsa, en un sistema de riego generalizado y no aleatorio sujeto a la voluntad del agricultor, mediante aguas elevadas.



Noria de los Llanderos

Por lo demás, y a pesar de los cantos agoreros, nuestra agricultura fue pionera en la aplicación de este sistema a la noria para elevar agua de caldero o no corriente, si se prefiere. En otras palabras: si la noria había servido para elevar el agua de ríos o acequias, ahora elevará agua de un pozo gracias al descubrimiento de un nuevo método, a saber, la transmisión del movimiento de un eje motor vertical movido, generalmente por personas, a una rueda de eje horizontal dotada de arcaduces, que recogen el agua del fondo para subirla a la altura deseada y vaciarla.



Noria Casa Vaello

Como se desprende de las diferentes norias que aún podemos observar en nuestros campos, o nos llega su referencia gracias a la lectura de este documento, los sistemas de elevación que usaron nuestros mayores fueron de lo más variados, atendiendo al uso de diferentes fuentes energéticas, si bien todas dentro del cambio producido por el descubrimiento del engranaje capaz de convertir el movimiento energético vertical en horizontal.



Noria de la Mateana

Deseamos que la lectura del documento nos permita entroncar con nuestro más profundo ser colectivo: una sociedad civil fuerte y cohesionada que, al margen del devenir político, fue capaz de ir creando riqueza, en el caso concreto mediante el procedimiento de aplicación de técnicas que convertían pedazos extensos del secano en regadío, frente al uso tradicional de regar unos pocos surcos con agua elevada mediante el pozal.