Web dedicada a la recopilación de documentos de autores enguerinos, o de otros que han escrito sobre nuestro pueblo, contribuyendo a la formación de la cultura escrita autóctona de Enguera.

30 de junio de 2012

El susto de Ferran Gonzalez


 Iniciamos la preparación del 2º evento: Las Conferencias y actividades en la semana del 16 al 20 de julio.

Y, entre tanto, con “El susto de Ferrán González” finalizamos, de momento, la aportación del maestro Granero a nuestro blog.
 Las fotografías pertenecen a la colección Primavera en Enguera
Cortesía de doña Tere García-Consuegra

En primer lugar la Redacción quiere dejar constancia  de la gran suerte que ha sido poder recuperar todo este material que, mensualmente, hemos podido colgar durante el trimestre. Y ha sido una suerte, que no hubiera sido posible sin esa desinteresada y callada labor de donantes anónimos de un pueblo.
Y por ello, en segundo lugar, hoy nos corresponde agradecerlo, además de a quienes nos hicieron partícipes de sus papeles, a quien nos brindó la oportunidad de conocer otra forma de hacer literatura. Sí, una forma más intimista. Más nuestra, en sentido de colocarnos ante vecinos de nuestras propias calles y, a partir de ahí, elevarnos a los goces de saborear odas, poemas y otras figuras literarias.


Es cierto, y también hay que decirlo,  que los de siempre lo interpretarán “como siempre”. Para ellos, nos dirán muy puestos en pose doctoral, es vergonzante ironizar sobre los marginales. Y, como se suele decir, se quedarán tan anchos…
En realidad, pobres de ellos, no alcanzan, o tal vez porque sí, que el gran dominador de una lengua, el escritor, lo que persigue no es otra cosa que elevar a sus lectores de la ramplonería del quehacer a las dichas del goce intelectual. Y para ello, y en épocas de escasez y pobreza de tiempo para cultivar la mente, nada más elemental que la técnica empleada por Emilio Granero y que hemos querido hacer pública: ¡gocen las Odas!, ¡disfruten los Sonetos!, ¡memoricen una Quintilla… escrita sobre algo o alguien que todos conocen!
Esta fue la gran aportación cultural del Maestro Granero en la dura Enguera de los cuarenta y cincuenta.


Con posterioridad vendrán las grandes narraciones, los jurados y, sobre todo,… la literatura de masa de los años del desarrollismo y el consumismo, con lo que los de siempre se sienten tan orgullosos de “poseerla”…
Pero Emilio permitió que los otros enguerinos pudieran “degustar”, o mejor, no olvidaran las formas literarias que aprendieron en la niñez y que la crueldad de la vida quería olvidaran.


Acceso al Documento

22 de junio de 2012

La Leche y sus derivados

Siguiendo el tema de las industrias del agua en el secano enguerino, hoy hacemos referencia a una primera aproximación al la Industria de la leche, tal y como hemos podido recabar de los mayores que formaron parte de ella.

En efecto, seguro que alguna vez te habrás preguntado cómo se las arreglaban nuestros abuelos con la leche que debía producirse en gran cantidad en La Sierra, pues los datos de que se disponen hablan de grandes cantidades de cabras, ovejas y vacas.
El autor no llegó a conocer aquella época, sino la de los años 40 del siglo pasado y, en referencia a ella escribe, entre otras cosas, lo siguiente:
“También llegué a conocer, e incluso participé activamente, aquella costumbre de tener una o varias cabretas en régimen, diríamos, de una especie de pupilaje. Me explico, atendiendo a mi propia experiencia.
“En efecto, un día, mi tío Juan que, dicho con todo el cariño que le profesé, era más muñaquero que pastor y… conste que debido a su deficiencia física, había ejercido de pastor, pienso, desde su infancia. Decía que mi tío Juan me regaló una chotica que, recién parida, me llamó la atención porque no era negra totalmente, como en mi mente infantil pensaba que eran todas las cabras; en efecto, aquella chotica tenía sendas manchas blancas disimétricas a ambos lados del lomo y una pequeña en la testuz.
“Más contento que un chular marché desde el corral, que tenía mi tío en la calle de san Antonio de Padua, a mi casa en la calle san Antón, portando el regalo que acababa de hacerme mi tío. A llegar a casa mi padre me obligó, a pesar de mis explicaciones, a devolverla. Mi mente infantil no entendía nada. Y, con la cara y manos humedecidas por lágrimas y mocos, me tocó recorrer, bien que en sentido inverso, el camino de mis alegrías.”
*             *             *

“Al día siguiente, como en mí era habitual, tras la escuela y en medio de los juegos con los otros chiquetes de la calle, llegó el momento de jugar a toreros con las cabras que, sueltas por medio de las calles, volvían a casa de sus respectivos dueños para ser ordeñadas y propiciar que, diariamente, pudieran consumir tan preciado alimento.
“La bandá de este tipo de cabras sin pastor, no confundiendo la casa de sus dueños, por todas y cada una de las calles era algo frecuente en mi infancia. Cualquier casa que tuviera un bancal o una campiña podía disfrutar de este servicio y, las circunstancias de escasez así como su derivada primera, deficiente nutrición, o bien la segunda, enfermedades provenientes de la primera, aconsejaba que las familias devinieran prudentes. En otras palabras, una cabreta en casa alejaba al médico.”
Pepe Cerdá
Acceso al Documento

16 de junio de 2012

Juan, el sacristán


Él era el que más madrugaba de todos. Ya fuese laborable, domingo o fiesta de guardar, él, bien de mañana, todavía no se habían apagado los faroles, enfilaba la empinada cuesta de la calle, que nace a la misma puerta de su casa, y que le lleva hasta la Plaza de la Iglesia. Tiene que abrir las puertas del Templo. Él era el encargado de hacerlo, y no quería retardarse en aquella   operación no fuese que en alguna inclemente madrugada de invierno, una de las beatas, de las que hacían cola en la puerta, se quedase tiesa de frío…
Al llegar a la puerta de la Iglesia, una larga cola de parroquianos ya le esperaba allí. Saca la llave, que siempre lleva colgada del cinturón del pantalón, y con la severidad de un oficiante, abre la puerta. Ya dentro, guiado por la tenue luz de las aceiteras que los devotos mantenían encendidas día y noche, se dirige hacia la Sacristía. Detrás de él, y en procesión, van entrando beatas y beatos que se dirigen a colocarse de rodillas ante el confesionario… Los pecados de aquella gente deberían ser muy graves para madrugar tanto, aunque el Sacristán, ante la bufa representación de prisas y peleas de cada mañana, sonríe. ¿Qué secretos pecados tenía aquella gente de vida oscura sin voluntad ni capacidad para matar una mosca? ¡Los verdaderos pecadores no madrugan tanto!
Ser Sacristán de un Iglesia Parroquial tan importante, no era cualquier cosa. ¿Quién si no se ocupaba de que todo saliera bien en todos aquellos oficios a los que con tan fingida devoción acudían quienes tanto le criticaban? ¡El Sacristán! ¿Quién vigilaba la limpieza? ¿Quién ordenaba los toques de campana? ¿Quién conseguía que las procesiones salieran a la hora fijada? ¿Quién estaba atento a que no faltase el vino de celebrar? ¡El Sacristán! ¡El! ¡Juan! ¿Quién hacía de apuntador cuando, en una soñolienta mañana, el Cura se equivocaba de hoja en el Misal? ¿Quién custodiaba las donaciones en los Cepillos? ¡Una gran responsabilidad! ¿Quién…? Estas, y mil preguntas más, hacía el Sacristán a un imaginario interlocutor para apoyar su opinión de que lo de ser Sacristán no era cualquier cosa. No todos tenían la suficiente preparación para llevar a cabo esa tarea. Un Sacristán es como el Mayordomo de un Palacio Principesco. ¿Qué se habrán creído? Además, él, padecía del pecho, y no le era fácil trabajar en otra cosa.
Esta era la vida que Juan llevaba desde hacía muchos años.
Emilio Marín Tortosa
En el blog De Parla enguerina nos hicimos eco del éxito de nuestra paisana y  colaboradora Mª. Amparo Tortosa -a quien podremos escuchar en el Taller del día 22 en el Instituto de Enguera- con motivo de la publicación de su libro de poesías Resbalando en el vacío.
Al margen de congratularnos, hoy queremos hacernos eco de otras dos de sus presentaciones, que pueden verificar en los enlaces siguientes:


9 de junio de 2012

San Antonio de Padua


Aprovechamos tambien el blog para iniciar la publicidad de los eventos de los Cursos de Verano que organiza la Fundación.
Por lo demás, dada la proximidad de la festividad de la calle San Antonio de Padua, la Redacción quiere que este número sirva para presentar el trabajo de nuestro colaborador José Marín Tortosa, relativo a la maravillosa relación  entre los vecinos de esta calle.

 
Es precisamente por dicho espíritu  y relación de solidaridad entre los vecinos por el que todavía hoy mantienen la calle la fiesta, como hicieron sus mayores a través de los diferentes momentos históricos. Tan es así que, si bien los mayores todavía recuerdan la gran competencia y rivalidad existente entre los vecinos y “agregaos” de las calles Santísimo, San Antonio y San Juan con motivo de sus respectivos festejos,  solamente en esta calle se mantienen cada 13 de junio.

 
Y este espíritu de solidaridad, que subraya el autor, es lo queremos destacar poniéndolo en relación con la restauración de la ermita, el mantenimiento de la calle la fiesta y el tema que desarrolla el autor en el Documento.
Los componentes de la Redacción del Blog esperan que lo disfruten y a todos, especialmente a los vecinos de la calle...
¡¡¡Felices Fiestas de la Calle San Antonio!!!


2 de junio de 2012

Faloria Bufa de don Pedro

He aquí otro ejemplo de la riqueza literaria de Emilio Granero. De la Elegía del mes de abril pasa a esta Faloria Bufa que, junto a El susto de Ferran Gonzalez, configuran la trilogía que hemos recogido del autor para mostrarles la capacidad y variedad de estilos en los que jugaba con el lenguaje.
 

Esta Faloría es la más extensa de los tres Documentos elegidos y, todos tres, nos presentan a un Emilio Granero distante del arquetipo en que, insensatos, han querido clasificarle. Tan es de otra suerte que, deseamos, con esta muestra se inicie la recuperación de quien tan alto dejó el nombre de su pueblo, cuando menos, en la literatura.
Con los mejores deseos de la Redacción