Web dedicada a la recopilación de documentos de autores enguerinos, o de otros que han escrito sobre nuestro pueblo, contribuyendo a la formación de la cultura escrita autóctona de Enguera.

27 de julio de 2012

… Y el Curso 2.011/12 llegó a su fin

Nuestro blog, desde el 3 de septiembre hasta hoy, ha cumplido su misión por este curso.
En ese período se hicieron públicos la friolera de 47 Documentos de los más variados autores, pero todos son trabajos relacionados con nuestro Pueblo.
El próximo Curso tenemos previsto continuar en la brecha desde el mes de septiembre, si bien iniciaremos el sábado, día 8, dado que el primer sábado es el día 1º y andaremos unos y otros metidos en la fiesta de San Gil, con lo que ello supone y acarrea. Así que iniciaremos el curso el día 8; bueno, eso es lo que deseamos y esperamos. Por tanto, atención a la carretera, a las comidas todos y a las bebidas los menos maduros, pues de los no tan jóvenes ya se encargan los médicos.


Por lo demás, este último Número del Curso quiere ofrecer una síntesis Reseña del Taller de Empleo que organizó la Fundación el 22 de junio.
Sabemos que los más pudieron quedar informados por bastantes medios, dado que la cobertura fue lo suficientemente amplia y completa. Nosotros la traemos aquí para constancia y, si fuera necesario en alguna ocasión, para consulta.
Y nada más, si no es recordar a todos que la Redacción espera haber satisfecho la curiosidad de todos cuantos se acercaron semanal, o simplemente de vez en vez, a Enguera en la palabra. Para ese fin es para el que se trabaja.
¡¡¡Felices Vacaciones !!!

21 de julio de 2012

Conservas

Este trabajo tal vez no tenga actualidad, toda vez que hoy vemos frutas y verduras en los anaqueles de las verdulerías que no se corresponden con la estación pertinente; así podemos ver ciruelas, melocotones, melones o sandías en los días de Navidad… o naranjas en verano.
De momento, sólo algunos productos concretos mantienen las leyes de producción natural como, por ejemplo, los pebrazos. Sí, claro, los del terreno tras las tormentas del otoño.

 
Tal vez por ello alguno se haya preguntado si, antes de la aparición e instalación de la cadena de frío en la España de los años cincuenta y la revolución producida en los sistemas de transporte, sólo se podra comer en cada temporada aquello que le era propio. En efecto, pà San Juan bacoras, se decía, o a la Virgen del Carmen pinta la uva y a la de agosto ya está madura. Son simples ejemplos de las expresiones populares que reflejaban el sentir acumulado por la experiencia de la realidad en los productos agrarios.

Pero ¿era así de simple? ¿La cazuela de la sanmiguelá cómo podía montarse sin matanza?, porque se montaba frente a la de San Antón que, ésta sí, tenía muy próxima la matanza. ¿Y el relleno con frutas de pasticas en las distintas fiestas?

Salinas de Chella

Así comenzó Pepe Cerdá a buscar y rebuscar cómo mantenían nuestros antepasados los productos de temporada para cuando no los había o, simplemente, qué hacían con ellos cuando no se podían vender o los había en exceso; por ejemplo: las olivas, los pimientos o los tomates… o ¿cómo mantenían las frutas?, sí, las prunas o los membrillos o la uva…
En el trabajo también se describe cómo se conservaban y cuál era el orden de consumo de los productos del cerdo, dejando para otra ocasión el estudio de la cría, engorde y matanza de los animales de corral.
En definitiva, el trabajo analiza los métodos de conservación de alimentos perecederos atendiendo al esquema de métodos de conservación siguiente:

I.                    Frutas y verduras
I.1.- Escaldado
I.2.- Edulcorado
I.3.- Encurtido y salmorra

II.                  Carnes y pescados
II.1.- Salazón
II.2.- Ahumar o escaldar y secado
II.3.- Sofritos

Con la esperanza de que lo disfruten la Redacción lo somete a la consideración de unos y otros.



 Acceso al Documento

14 de julio de 2012

Manrique, el Soldado

El próximo lunes se inician los II Cursos de Verano de LA SIERRA, Fundación de la CV

Hoy finalizamos, con esta entrega, la serie de trabajos con que Pepe Marín nos ha ido deleitando durante esta última etapa del curso, bajo el título genérico de Historias modestas.
La correspondiente al día de hoy tiene por título: Manrique, el soldado.

Manrique estaba viejo. Ya era un hombre mayor, pero estaba más viejo de lo que cabría esperar. Los avatares de la vida la habían pasado por encima, dejando sobre él la huella decadente de una mala vida. Nada de eso fue voluntario ni elegido por él, las cosas vinieron así y no pudo, o no supo, oponerse a ellas. Ahora podía decirse, con buena parte de razón, que estaba viviendo la etapa más tranquila de su ya dilatada vida. Retirado de todo, no quería recordar su vida pasada, aunque esto, cuando se juntaba con gente de su edad, no era posible, siempre se terminaba en el mismo tema: los dramáticos sucesos que les marcaron a todos, a unos más y a otros menos, para el resto de sus vidas. Procuraba no relacionarse mucho con sus convecinos, pensaba que nada bueno podía esperar de ellos, pero cuando a solas, adormilado a la sombra de una olivera, o en la vieja cama de su habitación, cuando las sombras caían sobre sus párpados, la rancia película de unos días nefastos volvía a proyectarse en su subconsciente.


De joven, como todos sus amigos en el pueblo, era inconsciente y bastante irresponsable. Algo simplón por falta de conocimientos, no reflexionaba a la hora de actuar, y era incapaz de distinguir entre lo correcto y lo que no lo era, por lo que pasaba por bruto y primitivo, sin ser esto algo extraño en aquellos lugares. Carecía de malicia y picardía para encarar las cosas, y por eso era fácil de manipular para que sacara sus instintos más disparatados y ser parte de la diversión en cualquier circunstancia. ¡Botarate!

Nunca fue a la escuela. Desde muy pequeño fue arrastrado hasta el campo para ayudar en los trabajos para los que se hubiese requerido a un adulto, un hombre hecho y derecho, no un niño a medias de hacer, y así se quedó incompleto, embrutecida la mente por el sol, la lluvia y la escarcha, quedando encadenando tras el cansino andar de una caballería. Cuando el campo le dejaba tiempo libre, o en invierno al terminar la jornada, se reunían los amigos en el casino del pueblo a jugar unas partidas de dominó o de cartas. Ganase quien ganase, o perdiera quien perdiera, las partidas siempre terminaban en bronca bien remojadas con el vino peleón de cosecha propia, que el camarero les servía de una garrafa. Luego a casa a dormir la mona.
Emilio Marín Tortosa

7 de julio de 2012

El Tercio












“El nombre de “EL TERCIO” fue tomado al azar, o tal vez alguno de ellos había hecho la mili en una de las unidades llamadas Tercios que entonces había en el Ejército de España, y había tenido la ocurrencia del nombre.

“Terminada la sangrienta Guerra Civil Española, los que regresaron al pueblo, cumplieron el acuerdo tomado en circunstancias tan graves y extremas. Y no solo los miembros de la unidad en que se tomó el acuerdo, sino que varios amigos, procedentes de otros frentes, y de otras batallas, hicieron suya la conjura y entraron a formar parte de la peña. La unión, el respeto, y el cariño que reinó siempre entre un grupo tan variado de personalidad como los componentes de la peña “EL TERCIO”, y la comprensión que tuvieron hacia otros grupos no afines, fueron un ejemplo de ciudadanía.”


“A través de estas páginas, quiero, si es posible, con la ayuda de algunos de sus familiares, rememorar a través de algunas anécdotas narradas con emoción por el cariño que evocan aquellos recuerdos, y las experiencias propias que tuve la suerte de vivir, las peripecias de aquel grupo de enguerinos durante los años que duró la actividad de la peña, hasta que el paso inexorable de los tiempos dictó su finiquito.”
*        *       *
“Le pedí a esta enguerina, que intentara recordar alguna de las canciones que siempre se cantaban durante aquellas reuniones. Accedió gustosa a ello, pero antes quiso también rendir su homenaje contándome lo que en su casa ocurría cada sábado.
Mi madre siempre le decía a mi padre:
.- ¡Hombre! ¡Parece qu’estés preñau con issas cenas!
A lo que mi padre le contestaba:
.- ¡Mujer! ¡Prefiero acudir sin cena, que perderme una reunión!

CANCIÓN DEL CAPACET
El marido.- Sábado es, ¡ponme la cena, mujer!
La esposa.- ¡Póntela tú!
El marido.- ¡Pónmela tú, que es tu deber!
La esposa.- ¡Dios mío! Esto sí que es martirio:
                    Los sábados y domingos,
                    Siempre con el capacet.”
José Marín Tortosa